Psicologo infantil: fobias, ansiedad, depresión, autoestima o insomnio.

Fobias, ansiedad, depresión, autoestima o insomnio

Clínica de Psicología en Coslada

Psicólogos Sanitarios con experiencia en atención individual.

Orientación congnitivo-conductual.

Especialistas en psicología infantil

FOBIAS

Las fobias se caracterizan por un miedo intenso, persistente e irracional a ciertos objetos y/o situaciones. Este miedo acaba provocando generalmente ansiedad por lo que, en la mayoría de los casos, se acaba evitando ese estímulo fóbico, con los consiguientes perjuicios que esto puede ocasionar en el individuo a nivel personal, social y laboral.

  • Fobias específicas: éstas pueden ser principalmente de tipo animal (perros, insectos…), de tipo ambiental (tormentas, agua, alturas…), sangre-inyecciones-daño y de tipo situacional (aviones, ascensores, coches, túneles…).
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  • Fobia social: en este caso el miedo irracional, excesivo y persistente es a diferentes situaciones sociales o actuaciones en público temiendo que puedan resultar embarazosas, lo cual suele llevar también a una evitación de tales situaciones. Las personas que lo padecen suelen ser muy susceptibles a la crítica y valoraciones negativas, temen ser examinados y rechazados y suelen tener baja autoestima y sentimientos de inferioridad. Algunas de las consecuencias de la ansiedad que producen estas situaciones es el enrojecimiento de las mejillas, sudoración de las manos, voz temblorosa…
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Agorafobia: miedo a estar en un lugar o situación donde sea complicado escapar, o en caso de sufrir una crisis de angustia, no poder conseguir ayuda. Como en las anteriores, la ansiedad experimentada lleva a evitar esas situaciones/lugares. Las más comunes son salir solo fuera de casa, estar rodeado de gente, viajar en transporte (especialmente transporte público), pasar por un puente o túnel y estar en lugares cerrados con mucha gente, como un centro comercial o un cine.

Las fobias pueden aparecer en cualquier momento de la vida, pero es más frecuente que comiencen en la infancia o incluso en la adolescencia, como en el caso de la fobia social.

Para ello realizaremos un entrenamiento en resolución de problemas y en autoinstrucciones. Finalmente el aislamiento que sufren estos niños (ya sea impuesto por los demás o autoimpuesto como medida de defensa) suele ocasionar dificultades sociales que les complica mucho el relacionarse con los demás. Es por ello que también será necesario trabajar las habilidades sociales, lo cual les permitirá ganar amigos, seguridad en sí mismos y una mejora notable de la autoestima.

La causa más común es una mala experiencia o trauma sufrido en relación a ese estímulo. Por ejemplo si en el pasado hemos tenido un accidente de coche es muy probable desarrollar un miedo a conducir, pudiendo generalizar esa aversión a otros vehículos (aunque no seamos nosotros quienes conducen), al lugar en que ocurrió, etc. Otra causa común es la imitación, ya que si de pequeños vemos, por ejemplo, a nuestros padres teniendo miedo a los perros o a la sangre es bastante probable que nosotros también adquiramos ese tipo de miedos.

Un miedo se convierte en fobia en el momento en que limita de forma acusada el día a día de quien lo padece, sus relaciones sociales, laborales o académicas y provoca un gran malestar en la persona.

La manera más efectiva de tratar cualquier tipo de fobia es enfrentarse a ella. Aunque la exposición directamente con el estímulo aversivo puede funcionar (siempre supervisado por un profesional), no todo el mundo está preparado para ello, por lo que una técnica efectiva es la desensibilización sistemática, que consiste en irse enfrentando al estímulo/os de forma progresiva acompañándolo de técnicas de relajación. Por ejemplo, si se tiene miedo a las arañas se puede empezar hablando de ellas, imaginarlas, ver una foto, ver un video, etc.

ANSIEDAD

La ansiedad se caracteriza principalmente por una sensación de angustia, miedo, dolor de tripa, sensación de asfixia, palpitaciones, opresión en el pecho, mareos… e incluso, en algunos casos, miedo a perder el control, a volverse loco o sensación de muerte inminente. Por todo ello, el individuo a la larga tenderá en la mayoría de los casos a evitar esas situaciones o estímulos aversivos.

Los principales trastornos que se incluyen dentro de la ansiedad son los siguientes:

  • Fobias: Las fobias se caracterizan por un miedo intenso, persistente e irracional a ciertos objetos y/o situaciones. Este miedo acaba provocando generalmente ansiedad por lo que, en la mayoría de los casos, se acaba evitando ese estímulo fóbico, con los consiguientes perjuicios que esto puede ocasionar en el individuo a nivel personal, social y laboral.
  • Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC): como su propio nombre indica se caracteriza por un o varias obsesiones (que generan una ansiedad significativa) y/o compulsiones (que son comportamientos o pensamientos cuyo fin es tratar de neutralizar esas obsesiones). Por ejemplo, si la obsesión es sentir las manos sucias al llegar del trabajo, el individuo puede lavárselas un número de veces concreto para neutralizar la ansiedad que le provoca.
  • Trastorno por estrés postraumático: consiste en la reexperimentación de un acontecimiento muy traumático donde la persona trata de evitar todo lo que esté relacionado con ese trauma.
  • Ansiedad generalizada:

La ansiedad es una reacción completamente normal frente a situaciones estresantes. Todos la hemos experimentado en multitud de ocasiones. Pero si se dan varios de estos síntomas de forma persistente e intensa provocando angustia o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la vida entonces ya estaríamos hablando de un trastorno de ansiedad como tal.

La mejora manera de enfrentarse a una situación, lugar, objeto, animal… que nos produce ansiedad es mediante la exposición a ese estímulo aversivo. Pero como no todas las personas estás preparadas o dispuestas a ello, se puede realizar de forma progresiva con una desensibilización sistemática combinándolo con diferentes técnicas de relajación.

De éstas, las más efectivas son: la respiración abdominal y la relajación muscular progresiva o diferencial. Además se puede acompañar de un método de parada de pensamiento para distraer la mente y dejar de focalizarnos en el estímulo causante de esa ansiedad.

Paralelamente se trabajará con el paciente los posibles focos de esa ansiedad, como pueden ser las relaciones familiares, habilidades sociales, la vida laboral, etc.

DEPRESIÓN

Si experimentas varios de los siguientes síntomas puede que estés entrando en una depresión:

  • Sentirse triste, vacío, llorar a menudo, etc. (En niños y adolescentes esa tristeza se puede manifestar como irritabilidad). A veces la tristeza puede reflejarse como quejas somáticas (molestias o dolores físicos).
  • Ya no se disfruta ni se encuentra placer en casi nada, especialmente en cosas que antes sí producían placer.
  • Cambio en el sueño normal (insomnio o, por el contrario, dormir demasiado).
  • Cambio importante en el peso (tanto engordar como adelgazar) y/o cambio en el apetito.
  • Sentirse agotado, como si no tuviésemos energía.
  • Moverse, hablar o pensar de forma más lenta.
  • Dificultad para pensar, decidir o concentrarse.
  • Pensar a menudo en la muerte.

La depresión se produce por una serie de factores desencadenantes: psicológicos (falta de refuerzos positivos, una distorsión de la realidad hacia una visión negativa de uno mismo, del mundo que nos rodea y del futuro), biológicos (desequilibrio en determinados neurotransmisores del cerebro; también se puede transmitir genéticamente, ya que tener a un familiar próximo que haya sufrido depresión aumenta las posibilidades de padecer dicho trastorno), y sociales (acontecimientos vitales que nos generan estrés como una carga excesiva de trabajo, desempleo, ruptura de pareja, muerte de algún ser querido, enfermedades…).

La padecen ente el 5-12% de los hombres frente al 10-25% de las mujeres. Es decir, la probabilidad de padecerla en algún momento de la vida es el doble en mujeres.

Puesto que la persona con depresión tiene una visión un tanto distorsionada de la realidad y de las interacciones con los demás, lo primero que se trabajaría es la realización de conductas alternativas más adaptativas a las que habitualmente viene realizando el paciente en su día a día. Para ello podemos programar actividades e ir realizando determinadas tareas de forma gradual y la práctica cognitiva (esto es imaginar las situaciones en cuestión y nuestras posibles respuestas). Posteriormente se trataría de trabajar con el paciente una visión más realista sobre las situaciones relevantes, con el fin de encontrar y modificar las diferentes distorsiones cognitivas que le han llevado a tener esos pensamientos automáticos negativos (para ello se entrenará la observación y registro de esas cogniciones).

También se trabajará de forma simultánea, en caso de ser necesario, un posible duelo o la situación social o familiar que esté atravesando el paciente.

Además de todo ello, puede ser importante acompañar el tratamiento psicológico de forma paralela con un tratamiento farmacológico, siempre prescrito por un psiquiatra.

INSOMNIO

El insomnio se define como la dificultad para iniciar o mantener el sueño, o no descansar bien durante la noche, es decir, no tener un sueño reparador.

Normalmente surge de forma repentina a partir de algún acontecimiento estresante en los ámbitos psicológico, social o médico. Por tanto, a la hora de dormir, tendríamos un nivel elevado de alerta fisiológica y psicológica, lo cual dificulta la conciliación del sueño. Por otra parte, al no poder dormirnos, nos empezamos a preocupar y a poner nerviosos pensando en las pocas horas que vamos a dormir y en lo cansados que vamos a estar al día siguiente, por lo que entraríamos en una especie de círculo vicioso. Además, a la larga, esto deriva en una activación condicionada, ya que asociamos el estar tumbados en esa cama a todas las noches en que no hemos podido dormir bien, estando tensos y frustrados.

Generalmente entre el comienzo de la edad adulta y la mitad de nuestra vida, ya que es cuando potencialmente tenemos más preocupaciones y responsabilidades (familia, trabajo, pagos…). En la infancia y adolescencia es muy poco usual.

Puesto que el insomnio muchas veces es provocado por acontecimientos estresantes, habría que tratar de reducir esos estresores dotando al paciente de diferentes recursos como una buena toma de decisiones y solución de problemas, un entrenamiento asertivo y diversas técnicas de relajación. Pero no siempre se pueden modificar los focos de estrés. Por ejemplo, si se produce la muerte de un ser querido, lo primero que habría que trabajar es el duelo, ya que le insomnio vendría asociado a éste.

Por otra parte, como ya hemos explicado, la dificultad para conciliar el sueño puede estar condicionada a los fracasos anteriores para dormir en esa cama, en ese cuarto, etc. Por ello es aconsejable realizar un recondicionamiento, es decir, volver a asociar esa situación de estar tumbados en nuestra cama al hecho de dormir. Para lograrlo deberíamos limitar algunas conductas donde destacan especialmente dos: ver la televisión en la cama y ponernos a repasar mentalmente lo acontecido en el día o planear el día siguiente. Para ello hay otros momentos y lugares más apropiados. Y, por supuesto, hay más factores que afectan a un mal sueño, como son cenar en exceso poco antes de acostarnos, beber por la noche bebidas con cafeína o la ingesta de alcohol.

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